Mamdani es un tercermundista por ideología, es decir “un proyecto moral poscolonial nacido después de la mitad del siglo XX que reformuló la política como un levantamiento global contra la hegemonía occidental” Según la investigadora Zineb Riboua / También es detallado por el antiimperialismo, el sentimiento antiburgués, el anticapitalismo y el antisemitismo.
Hemos entendido el término «Tercermundista» en su génesis a las naciones no alineadas en el periodo de la “guerra fría”, sin embargo, en nuestro entorno latino y desde los años sesenta se ha utilizado de forma despectiva para describir algo de baja calidad, atrasado o propio de países en desarrollo o más oprobioso, “subdesarrollados”. Entonces en su evolución del entorno se hace controvertido cuando se asocia a ciertas características sociales de pobreza y desigualdad, en LP7D hemos asociado desde nuestra concepción como «países en vías de desarrollo».
Mamdani quiere una emancipación política y quiere un renacer del espíritu humano, dejar el proletariado de oprimidos por el de trabajadores industriales, suena bien pero no es concreto, tal vez si quiera aproximarse desde la hegemonía global a que sea políticamente más correcta.
Otros críticos del nuevo alcalde de la capital del mundo piensan que un factor crucial del Tercermundismo, es el deseo de echar por tierra la hegemonía occidental. Ambiciona un orden mundial libre de la influencia europea y estadounidense. La gran mayoría del Tercer Mundo alcanzó su liberación colonialista en el siglo XX que asumió como independencia. Pero esa gloria de liberación se perdió en una desigual apuesta que obligó cada vez con mayor premura a solicitud de préstamos y subsidios de Occidente mientras creció el deseo de migrar. El Tercermundismo murió, la dependencia consentida ha reemplazado a la liberación espiritual como el nuevo anhelo de los pueblos no occidentales.
Mamdani, aparecido y sin liderar nunca al menos una organización guerrillera en su país Uganda, con sus políticas convencionales y progresistas se hizo candidato y ganó. Claro que ha ganado también porque ha aceptado la hegemonía estadounidense y busca obtener un lugar de poder dentro de ella. No defiende a Venezuela ni a Cuba, tampoco tiene gran interés en la relación de EEUU con China, como lo harían los tercermundistas de los sesenta.
Mamdani anda de fascinación por la cultura pop estadounidense, sin importarle que se asemeje a la torpeza con que baila Trump en sus mítines, Mamdani es un joven de la ideología woke que tiene algo de la rebeldía del tercermundista. El woke es una deformación social interna en EEUU y no está vinculado a ninguna lucha geopolítica. El woke y su ideología se viven en EEUU y se percibe en la conciencia pública como una versión extrema de la corrección política.
Woke significa para buena parte de la crítica comunicacional, la creencia de que EEUU está inundado de desigualdades generales que obligan a medidas eficaces para ser superadas. Mamdani también está convencido de ello y en su plan insiste en eliminar programas de niños superdotados en escuelas públicas, incrementar impuesto a la propiedad y a las comunidades de blancos y residentes en sectores acomodados.
El movimiento woke exalta la causa de los desposeídos de forma similar al tercermundismo. Pero los desposeídos del movimiento woke son principalmente las clases protegidas internas, que incluye minorías raciales, homosexuales, personas transgénero, personas con movilidad diferente y hasta “furries” que es una subcultura centrada en personajes de animales antropomórficos. Los tercermundistas se oponen a estos grupos por su propio oscurantismo.
Mamdani pinta de progresista y eso es más aburrido que ser tercermundista. El movimiento woke tiene sus convicciones anticapitalistas, se adapta a la burguesía. Mamdani tiene entre sus seguidores más fervientes a jóvenes neoyorquinos de clase media, una clase que se podría describir como “yuccies” (jóvenes creativos urbanos). Se diferencian de los “yuppies” (jóvenes profesionales urbanos) en sus niveles de ingresos, empleos, intereses y estilos de vida. Pero, al igual que los yuppies, no son el proletariado. Son relativamente acomodados, pero se sienten perjudicados por la economía moderna y el alto costo de vida.
Mamdani también recibe un apoyo significativo de los inmigrantes, pero tiene dificultades entre la clase trabajadora nativa. Un verdadero movimiento tercermundista que no asiste a los mítines “ridículos” del nuevo alcalde.




