Volodimir Zelesky, el presidente de Ucrania cada vez tiene mayores exigencias en la pretensión de obligar a Europa y el mundo. Mientras permite el desangre de su país a diario, plantea demandas que de manera inconsecuente quiere hacer obligación. Está en el guion, está escrito, pasar de manipulado a manipulador.
Zelensky, sin mínimas condiciones de relevancia y liderazgo presidencial fue el perfecto comediante encargado de llevar al plano internacional una guerra interna que por años ha desmembrado su país. Incapaz de instituir el orden interno y atender a las básicas necesidades de su población, permitió la intervención de Estados Unidos que bajo una visión proteccionista lo empujó también a la intervención rusa.
Las libreteadas suplicas de Zelensky, han pasado al plano de la exigencia grotesca, él como algunos de los miembros de su gobierno han mostrado su carácter repulsivo en las exigencias a Europa. Paradójico, un país que quiere ser como Europa pero que no tiene las condiciones humanas para intentarlo. Pertenecer a la OTAN y a la UE es apenas una posibilidad de un gobierno frágil y conflictivo; sin rumbo y con el que pocos querrán negociar pero que otros con menos escrúpulos van a aprovechar.
Zelensky en el contexto de la invasión rusa, es el perfecto espécimen en un clima de adormilamiento europeo que Estados Unidos supo aprovechar. Un hombre sin ideas y sin país se sostiene en la ambigüedad de manipulado – manipulador.