Es de humanos equivocarse, pero cuando las equivocaciones son estimuladas por el capricho del poder y la soberbia van a provocar imperdonables consecuencias.
Los planes del ministro de Hacienda británico, Kwasi Kwarteng para la tasa impositiva máxima eran políticamente instintivos. También hay que ponerles un signo de interrogación desde el punto de vista económico.
La pretensión del ministro negro es un insulto a la economía británica, sobrada y sobre llevada por su potencial que restregar al mundo en personajes tan particularmente bufonescos como el salido primer ministro Boris Jonhson y ahora el sobrado ministro de hacienda, Kwarteng.
Kwarteng , ahora es una burla, asociado a la debilidad de la libra y con tan poca credibilidad, que sólo llama la atención en las apuestas, abiertas sobre cuánto tiempo podrá resistir. El desastre provocado por una falta de instintito político en un plan de reducción de impuestos sin medir consecuencias en el mercado de capitales lo pone al borde del abismo, se perdió la confianza.
La vergüenza provocada en el mundo económico arrastra con los pocos días de gobierno de Liz Truss, la torpeza esta ahora por encima de cualquier buen plan. Y los contradictores políticos descargan su crítica a las exenciones fiscales otorgadas a los que más ganan, mientras que la gente común sufre recortes y caídas en los salarios reales.
Ahora todo el plan fiscal es cuestionable por el sólo hecho de creerse construido con la misma liviandad y pone en duda la promesa de Kwarteng de un crecimiento del 2,5 por ciento.