Una guerra se enquista de nuevo en el corazón de Europa, no han pasado un siglo y ahora el nuevo enfrentamiento se alargar en el interés de protegerse de la dependencia rusa, pero se obliga a la de EE. UU.
LP7D/misiones al instante
Las imágenes de la TV y las fotografías de la guerra trasladan a recuerdos crudos de los primeras cincuenta años del siglo XX. La guerra de ahora sigue sin respuestas, obedece a principios del poder, la devastación de ciudades, los miles de muertos y desplazados hacen parte de un plan planificado, de una guerra inventada, de un momento necesario para el sostenimiento de las grandes sociedades dominantes que se obligan a someter a los más débiles con todos los pretextos de la guerra.
En desinformación provocada, queda el recurso fiable en la memoria frágil de los sobrevivientes de esa primera mitad del siglo XX. Destrucción, bombardeos, muertos, ambulancias y el rugir del armamento. Cuando ve por televisión las imágenes de Ucrania, un niño de apenas 10 en 1937 se reconoce en esos niños y esas madres que se muestran. No quiere hablar de ello, su dolor brota de nuevo en lágrimas.
La guerra de Ucrania acabará algún día. Pero acabará para nosotros, no para los ucranios. Un país con 44 millones de habitantes en el que toda persona que tenga hoy conciencia de lo que pasa a su alrededor lo recordará toda su vida. La guerra de Ucrania durará un siglo para los ucranios. Los niños de la televisión serán abuelos y no podrán hablar de las nuevas guerras con sus nietos, el dolor estará allí también en lágrimas.
Quizás en la prolongación de esta guerra la muerte sea el destino de miles de ucranianos, otros huirán ahora y hasta la post guerra, llegarán lo más lejos posible y sin respuesta de la guerra. Los abuelos hoy no quieren hablar, mañana tampoco lo querrán hacer. Sabrán que sobreviven a la desgracia del año 2022. Sabrán que existen a pesar de esa guerra y también lo sabrán sus nietos, bisnietos y tataranietos, también ellos contarán que sus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos eran rusos o ucranianos, pero también que fueron refugiados polacos, italianos o de cualquier lugar del mundo a donde hoy están yendo. “Existo porque ellos cayeron en desgracia” se escuchará en los jóvenes del año 2100. “Le debo mi existencia a la desdicha de otros”. Es una guerra para toda la vida.