“Me llamaron de todo, desde un científico loco que intentaba apoderarse del mundo hasta una persona muy, muy estúpida” / A una semana de las elecciones en EE.UU. Kamala Harris con su bajo instinto acusa a Donald Trump de autoritarismo y simpatía por el fascismo.
Trump es sorprendente, dominador y no huye de las tendenciosas declaraciones de los demócratas indignados por su acumulada derrota en los debates de su candidata Harris.
Harris ha intensificado sus ataques, como su única posibilidad de campaña, tratando de hacer daño con conductas improcedentes y groseras, retransmitiendo acusaciones y palabras de otros sin capacidad de originar ella misma, «habla de fascista y es probable que no tenga la certeza de su significado, pero si alimenta la controversia».
Los comentarios de Harris y otros detractores de Trump provocan una conmoción y alimentan las críticas de los demócratas y observadores de la escena política estadounidense, algunos de los cuales los vieron como una justificación de las posiciones controvertidas del expresidente.
Trump se abre paso en medio de las declaraciones de antiguos colaboradores a favor y en contra mientras Harris acude a lo más bajo de su condición como servidora pública, inexacta y sin resultados diferentes al desastre económico, la pasividad y silencio por los miles de muertos que provocan las guerras que ella como vice preseidenta y su jefe el presidente Joe Biden y su partido demócrata han hecho estallar en los últimos cuatro años. En realidad algo fraguado hace más de 20 años que estalló en sus manos y les dejará en la histprioa como absolutos responsables.
Última semana de una campaña electoral tensa en Republicanos y Demócratas con la atención del mundo que ha aprendido a saber que uno u otro el “establishment” seguirá su arrolladora propuesta de poder y dominio mediante la intervención y la destrucción global.