Las intervenciones de los jefes de Estado y de gobierno del mundo en el 77° debate general de la Organización de naciones Unidas – ONU, vendido como “Un momento decisivo: soluciones transformadoras para desafíos interrelacionados” reflejan como de costumbre los particulares relatos de sus naciones en demanda de mejor y mayor atención a sus prioridades y preocupaciones reiteran sobre los mismos temas que parece no tuvieran algún avance y direccionan en acusaciones y exigencias.
Claro que el mundo se reconoce en un momento crítico debido a las crisis complejas e interconectadas a las que se enfrenta, como la pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania, desafíos humanitarios sin precedentes, un punto de inflexión en el cambio climático y la creciente preocupación por las amenazas a la economía mundial. Pero antes algunos de estos temas también fueron el interés. Se habrá echo poco si cada vez llegan con mayor urgencia y necesidad sobre las decisiones de antaño, parecen fallar todas, los indicadores de la ONU y las declaraciones de su secretario no dicen lo contrario.
Algunos mandatarios incautos o atrevidos vuelven con sus historias de dolor afectación y victimización. La Colombia de Gustavo Petro presentó presión internacional para reformular la política de drogas, pero se queda corto en no tener un soporte local con evidencia sobre lo que pudiera ser. Un discurso romántico e imaginario que vende un norte insensato, culpable, controlador y adicto; y un sur selvático lleno de vida, incauto y sin cohesión. La hipocresía de los países industrializados frente al cambio climático y un esperanzador acto que trascienda la acción en Latinoamérica.
Aburre el mismo discurso guerrerista y de victimización que Volodomyr Zelensky de Ucrania, su manera de expresarse increpando y abordando el odio. Reclamar mayores cargas de guerra es absolutamente contrario y violatorias a las declaraciones ONU.
Biden con su hablar casino, poco convence, casi no se escucha y resulta irrelevante su intervención, sin fuerza y suscrito a un guion determinado por la fuerza mediática y empresarial demócrata de su país. Su intervención cargada de silencios y disimulos es poco comprable ahora.
El evento ONU 2022 busca ante todo sostener con generosidad un espacio como oportunidad para que los países del mundo sean escuchados y mejor aún se unan para superar desafíos globales e interconectados a través de la solidaridad y el multilateralismo. Ese es el ideal, que sinembargo cada vez es menos consecuente.
El mundo está «muy por debajo» de los compromisos asumidos dijo el propio secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió medidas concretas para contrarrestar estas negligencias.
«Necesitamos liderazgo político y una acción decidida. Pido a todos los Estados miembros que tomen medidas concretas sobre la emergencia climática y la «triple crisis mundial» de los alimentos, la energía y las finanzas “volvemos por lo mismo.