Pensamos que los acuerdos de paz en Colombia vendrían acompañados de mejores condiciones de seguridad y justicia para todos sin importar el gobierno, al fin y al cabo, todos somos colombianos, pero nos volvemos a equivocar.
Somos un pueblo que se resiste al abandono de la violencia, las masacres provocadas por el debate político, el narcotráfico, y la ausencia de gobierno. El desangre no para.
Somos ahora un país condicionado a sobrevivir en medio de la muerte que provocan las insuficiencias del Estado, el agobio de sus poderes y la inoportuna intervención del gobierno que nos pone peligrosamente en una nueva era de violencia generalizada.
Las insulsas palabras del gobierno a través de su ministro de defensa y las absurdas comparaciones del mismo presidente masacran la seguridad nacional.
Se ha masacrado el pensamiento de lideres sociales y con ello se ha masacrado el debate político, la presencia de siempre de mafias del narcotráfico nos han masacrado provocando un permanente duelo social.
Nuestra exigencia como víctimas de la violencia encontró por siempre también el mismo discurso anacrónico y politizado como respuesta, una respuesta que ahora debe cambiar de manera inmediata y contundente contra los violentos, pero también contra lo negligentes, una respuesta cierta, inmediata y contundente. Vamos a dejar de equivocarnos.