El Grupo VW vive su crisis y con él Alemania, su mercado más importante, la República Popular China también, urge contramedidas para evitar el fin de la empresa / La estrategia de acusar y amenazar con subir aranceles no funciona porque China esta blindada / Europa debe pensar en su propia estrategia de producción comercial antes que amenazar y acusar a su mejor socio porque el mismo es su salvador.
Volkswagen y otras alemanas y europeas centraron su atención en el mercado chino desde los años 90´s. La República Popular tras la ausencia de Mao cinco décadas después trae los frutos, millones de ciudadanos chinos hacen parte ahora de la clase media que convierte los productos «made in Germany» en un símbolo de estatus.
VW opera en la provincia de Xinjiang desde 2013, y ha seguido la sabia petición del Partido Central Comunista en Beijing de desarrollar económicamente las regiones remotas del país. Pero sólo ahora y como mecanismo de defensa ante su pésima gestión la UE y los propios directores de VW se quejan y señalan como responsables de su desgracia al gobierno de Xi Jinping y el Partido Comunista.
Olvidan esas elites burócratas que ellos mismos hacen parte de esa región “zona totalitaria de horror, una prisión al aire libre con campos de internamiento, torturas, esterilizaciones forzadas y destrucción de monumentos culturales locales. Incluida la opresión radical de la minoría étnica uigur”
VW ha estado allí todo este tiempo produciendo. Los elogios a la política de Xi nunca faltaron y reiteradamente se negó que alguien estuviera trabajando forzado y/o en contra de su voluntad para la empresa. VW sin juicio moral deberá seguir allí si quiere sobrevivir.
La UE ahonda el problema, junto a las directivas VW en Alemania, atacan el mercado en vez de buscar soluciones en centro de su empresa, la mala propaganda de un gobernante totalitario que oprime masivamente a sus súbditos no corresponde. Deberá estratégicamente y a corto plazo seguir su alianza mientras a futuro en décadas intentar una lucha por una mejor condición.
Xi ha logrado su objetivo de convertir a China en el número uno del mundo y sin el uso de la fuerza de las armas. Occidente acusa insustancialmente de sometimientos y a juramentos de obediencia a Xi y rechazo del orden básico democrático y libre. La VW optó por el modelo chino, una clara muestra del abandono de la dirección de la empresa en Alemania.
La VW esgrimió como defensa la insostenible planta con cargos y salarios burocráticos, demandó la eliminación de miles de puestos de trabajo y el cierre de plantas. La élite europea le pide a VW que se retire de China, la estatal alemana, cuya fundación está ligada a la fase más oscura de la historia del país deberá seguir a Xi para sobrevivir.
¿Se seguirá equivocando Europa renunciando a la búsqueda de su autonomía siguiendo una estrategia que no le corresponde? ¿Volverá a cometer el error que le ha costado haber roto con Rusia? Está claro VW deberá seguir a Xi mientras si tiene como y con quien intenta un nuevo comienzo, un cambio intelectual y moral integral.