La histeria colectiva afecta a diez millones de habitantes de Israel. El trastorno psicótico compartido de poder y guerra provoca y propaga estados de delirio y alucinaciones de locura general hasta un nivel surrealista.
Supeditados por un requisito mesiánico de la redención de Israel, a los judíos durante el cautiverio en babilonia se prometió un mesías sin regreso, pero antes el pueblo tiene que ser redimido por sus pecados y su maldad, necesitan ser castigados, este “debe ser”, hace que se vaya en contra de ellos por el cometido de actos incorrectos contra todo el mundo.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, junto a sus asesores rabinos más ortodoxos promulgan que la fecha del mesías es el 2 de septiembre de 2027, para entonces la redención debe haberse completado, lo que significa que deben recibir antes un castigo severo.
Cuanto más critica el mundo a Israel, más se confirma que todos están en su contra, lo cual legitima tomar medias audaces y no tener piedad cuando se actúa, se convierte en ciclo extraño en el que las consecuencias de sus acciones alimentan acciones más agresivas.
¿La razón ha dejado de estar presente en toma de decisiones de los israelitas? Entendemos que la religión y la guerra se complacen en la necesidad de generar miedo y odio, dejando escaso margen de maniobrabilidad con autonomía a las razones humanas, es decir comprender, formar juicios y extraer conclusiones basadas en la lógica y la reflexión
El gusto de Israel por EE.UU. ha logrado comprometer al Congreso, la CIA y el Pentágono, creando una sociedad en construcción desde 1948, apegada al “buen sentimiento “y recompensado en contribuciones de todo tipo. Israel posee uno de los más altos niveles en calidad de vida pese a su obsesión por la guerra y el permanente temor de ser atacados, pero al final lo están esperando y por ello talvez no se miden cuando de confrontar a enemigo se trata.
EE.UU. hizo lo que Europa no en todo el medio oriente, atender el conflicto y poner en cintura a sus actores. Europa adormece en tímidos pronunciamientos, sin compromiso y sin credibilidad, hace mucho rato dejaron abierta una puerta gigante para el ingreso de Washington que se hizo al timón de medio oriente y ha empezado a cobrar muy duro esa inoperancia desde la OTAN.
El miedo colectivo de Israel pasa por ese fenómeno complejo del poder y la religión que mantiene en tensión permanente a cada uno de sus habitantes acostumbrados al conflicto con sus vecinos y amenaza constante de ataques. La desconfianza del pueblo judío desde su temor por su seguridad, crea desconfianza y una sensación de vulnerabilidad que de manera permanente es alimentada por la retorica de su gobierno y los medios de comunicación.
En ese colectivo de psicosis Israel ha ampliado su conciencia colectiva, el holocausto no se repetirá.