Los escasos líderes abandonaron la cumbre UE-CELAC en Santa Marta, Colombia, marcada por la nueva presión de EEUU sobre América Latina. / Las fricciones entre Washington y el gobierno anfitrión de Gustavo Petro alejaron a importantes participantes.
Solo 12 de los 60 líderes llegaron allí. La inasistencia rajó la cumbre —la que reúne a los 27 países de la UE con los 33 países latinoamericanos y caribeños de la CELAC—.
En Santa Marta, las discusiones sobre comercio, energía y seguridad fueron eclipsadas por los ataques letales de la administración Trump a lanchas narcotraficantes en el Caribe y la determinación de calificar a Gustavo Petro como narcotraficante.
La Unión Europea y su presidenta Úrsula von der Leyen desestimaron estar, debido a la “escasa asistencia de jefes de Estado y de Gobierno”, y mandaron a António Costa y Kaja Kallas en su representación. Ambos sin condiciones políticas e inexpertos y sin credibilidad.
En este contexto, las discusiones sobre energía, transición digital, cooperación e integración comercial inevitablemente fueron relegadas. Si bien las cancillerías europeas han justificado la ausencia de los líderes destacando la apretada agenda de noviembre (COP30 en Brasil, cumbre del G20 en Sudáfrica y cumbre UE-Unión Africana en Angola), el temor a verse en la incómoda posición de tener que convenir con el pensamiento del presidente de Colombia Gustavo Petro y condenar públicamente a la administración estadounidense influyó a favor de EEUU.
Si bien la UE justificó diciendo que “las relaciones UE-CELAC son muy importantes en este contexto de desafíos y divisiones geopolíticas” y en la pasada Cumbre UE-CELAC celebrada en Bruselas en 2023, la presidenta de la UE afirmó que aspiraba a ser “el socio preferido” para América Latina y el Caribe. Pero, en un contexto geopolítico cambiante y de competencia entre grandes potencias en el hemisferio, evitó enemistarse con la administración estadounidense y claudicó su búsqueda de autonomía estratégica en un momento en que el bloque está consumado por sus relaciones con EEUU.
La región es atractiva por el 60 % de las reservas mundiales de litio y el 40 % de las de cobre, concentra el 60 % del potencial mundial de energía renovable y representa el 14 % de la producción mundial de alimentos y el 45 % del comercio agroalimentario mundial.
El presidente brasileño Luis Ignacio “Lula” da Silva, en Santa Marta, afirmó que la reunión “solo tendría sentido, en este momento, si se abordara el tema de los buques de guerra estadounidenses en aguas latinoamericanas”, con lo que cerró cualquier acercamiento.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien aparentemente no tuvo reparos en estar junto a Petro en Brasil, saltó a Colombia y viajó a Ciudad de México a reunión con Claudia Sheinbaum, quien tampoco fue a Santa Marta.
La CELAC carece de una secretaría permanente; los cambios anuales en la dirección del grupo, la financiación fragmentada, las decisiones no vinculantes, las persistentes divisiones internas por el interés particular y la influencia de grandes potencias terminan por minarla.
La cumbre UE-CELAC de Santa Marta, que fue rebajada de categoría, es probable que las causas de la cancelación de la X Cumbre de las Américas en República Dominicana del próximo mes por «imprescindibles y profundas diferencias que dificultan los diálogos productivos en las Américas» hayan sido las mismas.
Estos dos fracasos diplomáticos marcan uno de los momentos más bajos para las relaciones regionales en décadas. La presión de la administración Trump deja patente su aversión al multilateralismo; países de la región siguen su ejemplo, priorizando sus relaciones bilaterales con EEUU. Por encima de una mayor integración con sus vecinos.





