Volver a aquellos lugares en donde se ha encontrado gran satisfacción, constituye un reiterado compromiso con la felicidad, con nuestra felicidad. Milán Kundera, novelista y semiólogo fallecido el año anterior y eternamente postulado a nobel de literatura, sostenía que “la felicidad es el anhelo por la repetición”.
Cada año, al inicio del año, se suceden invariables situaciones que trascienden imaginarios a la realidad. Cábalas, incertidumbres, desconfianza y tranquilidad y buenos augurios trazados sobre un destino que debemos recorrer irremediablemente. Entonces si ya está trazado el devenir, porque no volver por un poco de felicidad en las vacaciones, casi a nadie en este país le aburre ir al mar.
En Colombia los destinos vacacionales del Caribe han significado esos momentos de felicidad en repetición, siempre querremos volver ¿o no? Cartagena ha perdido rápidamente su puesto histórico y turístico, el abandono social y político, la falta de aseo y desorganización vial producen una sensación de inseguridad que se hace evidente y se confabula con el abuso en los costos de servicios al turista y la delictiva práctica de la constreñir a la compra para no verse sometido a improperios. La situación se repite en otras playas públicas del Caribe como El Rodadero, Taganga, Tayrona entre otros.
La buena noticia es que cada vez hay más destinos para una creciente demanda, lugares renovados y auténticos que ofrecen calidad y múltiples experiencias positivas en todas las regiones del país. La economía del país tiene una valoración para los neófitos en estos temas y es que mientras crece la afluencia a los destinos vacacionales, todo está bien.