Si el referente no se reconoce, Europa se hunde, “Alemania es muy importante, pero Scholtz es invisible y la UE no tiene líder”, se lee en The Economist. Han pasado cincuenta años desde que el exsecretario de EE.UU. Kissinger preguntará «¿A quién llamo cuando quiero llamar a Europa?» esta vez de nuevo la pregunta, la diferencia es que ahora mismo no hay respuesta.
El liderazgo político en Europa apenas tiene unas referencias, pero la banalidad asombra. Mientras la economía se estanca y Rusia destroza a Ucrania, los problemas internos de los socios apenas son tratados en Bruselas sin ninguna alentadora solución
Las protestas por el ingreso de subsidios al grano de Ucrania y las mejores condiciones al tomate africano en España son dos ejemplos simples, pero cada unos de los 27 socios tiene una queja grave que sumada a la perdida del mayor y solido socio energético los tiene en picada. Una equivocación que cada día crece consecuencias.
Los países grandes de la UE como Alemania y Francia mantiene serias diferencias entre si y no son ajenos a los graves problemas internos que limitan la fuerza impulsora y generan dudas sobre la participación en un muy probable retorno de Trump en Noviembre.
Scholz ó Macron, los más poderosos e influyentes no han logrado inspirar una Europa silenciosa y ausente, (Macron con mayor criterio independentista de la OTAN y EE.UU. Scholz no está de acuerdo), ellos son tan impopulares, que ahora están perdiendo sus gobiernos y tienen problemas para hacer cumplir las leyes. Su capacidad para influir en Europa es casi nula.
Incluso especulando sobre si Joe Biden gana en noviembre, EE.UU. ya logró objetivos en Europa desde la guerra en Ucrania, pudiera entonces abandonar su papel de principal garante de la seguridad de Europa.
Europa tendrá que recomponerse, gastar más dinero en si misma, garantizar la seguridad y ganar condiciones de calidad de vida. Pero en lugar de afrontar este desafío, los políticos europeos se ausentan, se silencian.