En 1990 el sueño de la Unión Europea (UE) era absoluto; venida de dos guerras mundiales recuperaba la arquitectura social y humana, se consolidaba como el destino preferido del mundo, su riqueza histórica era tan evidente como su unificación. Hoy la UE es apenas una inconformidad ideológica que se rompe a pedazos, perdió la visión holística especificada en su carta política. La UE obstruida por el exterior político es por estos días una colcha de retazos sin autoestima en la que el populismo y un resentimiento emergente la atisban.

El sueño del Consejo Europeo diseñado para el dominio del siglo XXI es apenas una quimera. La invasión de EE. UU a Irak en 2003 produjo una alineación diferente, la crisis bancaria del 2008, la crisis migratoria del 2015, la pandemia 2020, la guerra en Ucrania del 2022 y ahora la guerra Irán – Israel del 2025, completan el listado de objetivos puestos para alcanzar un propósito; romper las estructuras de gobernanza europeas, hacerlas disfuncionales y conducentes a una única salida soportada en una cultura de la intimidación.
Bruselas dedica su gestión a una estrategia de sometimiento que incluye generaciones futuras. Ordenado por un ente que se supone reposa en la destrucción de los sistemas sociales, toma como justificación los mencionados momentos de la historia reciente y de manera eficaz, rompe también el pluralismo mediático de occidente, ataca los espacios críticos de opinión en libertad, obliga al uso de estandarizados titulares mientras el análisis del discurso en la prensa independiente pregunta por la realidad de lo que está sucediendo.
La UE sin argumentos sensatos a los cuestionamientos periodísticos independientes, condena y registra como apologistas del delito a quienes consideran la carta de Paris de 1990 (Marcó el fin de la Guerra Fría y estableció principios para la cooperación y la seguridad en Europa) y proponen que la intervención OTAN en Ucrania es la capitulación de Europa. La UE se ha dedicado a tirar al piso la reputación de todo aquel que piense que la seguridad de Europa es con Rusia y no contra Rusia.
En 2014 Europa celebró ¡EL NUNCA MAS!; tras cien años de haber salvado la primera guerra mundial, el continente intensificó campañas y estrategias de educación y unión con dinero público, (el mismo dinero que ahora se gastan en fomentar la guerra) diez años después, todo está destrozado.
La expulsión de intelectuales rusos en todos los campos del desarrollo europeo, supuso el rompimiento del interés de colegas occidentales por estudiar kremlinología (Kremlin) para entender e intentar entender la cultura y el pensamiento ruso con datas de hasta 1600 años atrás.
Europa exhibe su pobreza académica y su propaganda de intimidación incluye ficciones en la que Rusia es un infierno y Putin el Hitler del siglo XXI. Universidades persiguen a pensadores, analistas, expertos docentes y periodistas, todos son degradados, acusados de prorrusos, despedidos y perseguidos y claro con ellos sus más íntimos círculos familiares y sociales. Van por ti y viene por mí si pensamos diferente y nos someten a condenas sistemáticas digitales para romper nuestra presencia, pero no nuestra dignidad aun cuando ya no sea fiable decir ¡NUNCA MAS!