El secretario de Estado, Marco Rubio, junto a la oposición venezolana, lideran el grupo para sacar del poder a Nicolás Maduro. Rubio es victorioso dentro de la administración Trump sobre la dirección de la política estadounidense hacia Venezuela.
El medio NYT contó que el enviado de la Casa Blanca, Richard Grenell, reunido con el presidente Nicolás Maduro en Caracas, ha firmado acuerdos de deportación, ha alcanzado la liberación de prisioneros estadounidenses y certificó licencias energéticas para las petroleras de EEUU y Europa; con instrucciones del presidente Donald Trump, detuvo todo acercamiento diplomático.
Y tal como se planifica, se cumple. Ahora la presión de Rubio ha conseguido que las tensiones aumenten con un despliegue naval al Caribe bajo una careta de operación antinarcóticos que ha dejado hundimientos de lanchas con al menos una veintena de ocupantes, presuntos narcotraficantes.
Rubio con Obama, lideró llamados para sancionar a altos funcionarios venezolanos por presuntos abusos de derechos humanos. En 2019 pidió a Trump que reconociera al líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y con ello causó la ruptura de relaciones diplomáticas en medio de levantamientos civiles y campañas de liberación y amenaza.
Rubio, es la voz más confiable de Trump en política exterior; según el medio Miami Herald, Rubio ha «acumulado el tipo de poder en política exterior visto por última vez por Henry Kissinger». Posee una flexibilidad ideológica en temas como Rusia y Oriente medio, recortes a programas de democracia en el extranjero; aparentemente, no se ha extendido a su agenda derrocar al gobierno de Maduro. Sin embargo, si bien Rubio invocó en su momento la democracia y el estado de derecho para impulsar la destitución de Maduro, él y figuras destacadas de la oposición venezolana han instrumentalizado la acusación de 2020 contra Maduro en un tribunal federal de Nueva York para convertir a Venezuela en un asunto puramente policial, una referencia a los carteles de narco dentro y fuera de EEUU comandados por Venezuela.
Rubio ha encontrado aliados dispuestos en ambos partidos en su estrategia de máxima presión. En el Capitolio, legisladores republicanos y demócratas han respaldado la política de línea dura de Rubio. Muchos de estos legisladores sostienen estrechos vínculos con donantes y activistas venezolano-estadounidenses anti-Maduro, como Ernesto Ackerman, quien ha nombrado a Rubio «nuestro general».
Rubio hace equipo con el exasesor de seguridad nacional John Bolton, el exsecretario de Estado Mike Pompeo y el exsecretario del Tesoro Steve Mnuchin; también apoyan desde entonces un cambio de régimen en Caracas.
El aliado permanente de Rubio, Mauricio Claver-Carone, excavildero a favor del embargo a Cuba, enviado especial del Departamento de Estado para América Latina, fue un gran artífice de las sanciones contra la industria petrolera venezolana, situación que provocó un éxodo de más de seis millones de venezolanos por toda América.
María Corina Machado, premio nobel de paz y líder opositora, inhabilitada electoralmente en 2024, ha sido la principal propulsora del enfoque de Rubio.
Funcionarios de EEUU han intentado en los últimos 25 años con figuras de la oposición, instaurar en Caracas un gobierno más favorable a sus intereses corporativos.
La financiación del gobierno estadounidense destinada a Venezuela se ha desviado a organizaciones de ayuda humanitaria y de la sociedad civil, pero una parte se ha utilizado para incidir en el debate político en Washington y financiar a los partidos de la oposición.
La aventura militar es la culminación del esfuerzo pacífico, tras varias fallidas estrategias millonarias diplomáticas y empresariales para derrocar a Maduro.
Rubio, acusa a Maduro de ser el líder de otra organización criminal transnacional venezolana, «Tren de Aragua», ello incluiría despojo de estatus de protección temporal a al menos 600 mil venezolanos, residentes en los distritos del sur de Florida que votaron abrumadoramente por Trump y ahora rechazan la acción militar estadounidense para derrocar a Maduro. Esa acción los pone en riesgo de deportación. Por ahora, Rubio parece estar firme al mando del enérgico enfoque de la administración Trump hacia Venezuela.