El problema subyacente es que EE. UU ha terminado y el imperio hace el correspondiente histórico, después de dos o tres siglos tras el apogeo, el declive, todos han desaparecido / EE.UU. pasa por un momento de desesperación que el propio país no puede admitir y que no es su competidor más serio, China, el espectro es más amplio.
El alcance de la guerra comercial de EE. UU y China, que es bastante amplio, pasa por aranceles, comercio, tecnología o finanzas y más. Es una política estadounidense, nadie debe hacer ilusiones con ellos, los chinos y los europeos no lo impulsan porque no les pertenece, es una iniciativa ajena.
Demócratas perdedores, sin cámara y sin senado, dan a Trump enorme poder, sin negociador opositor, las ambiciones crecen y Trump ha sido el más ambicioso en los últimos 75 años tras la II guerra mundial. Como presidente aprovecha el comportamiento “moderado” de los ex presidentes, congresos y los dos partidos y políticos, por un proceso que en su apogeo ya había comenzado desde el siglo XIX en el que EE.UU. había desplazado al imperio británico de su papel global y se permitió convertir el dólar en la moneda mundial y a su vez en la potencia económica, política, económica y militar dominante. La situación es que el propio éxito de esa posición resulto ser también su perdición.
Tener el dólar como moneda mundial le dio al imperio una enorme capacidad de subsidio, los bancos de todo el mundo aumentaron sus reservas respaldando no solo con oro sino con papel verde, que era “tan bueno como el oro” y ello significó que EE.UU. pudiera tener todo lo que quisiera importar, convirtiéndose en el más grande comprador. A su vez recibía en préstamos los pagos que hacía en dólares y que algunos países invirtieron como “valores del tesoro” estadounidense que utilizó para financiar su imperio. Así como antes los británicos saquearon la India y usaron para su beneficio a su gente de todas las maneras imaginarias, el dólar estadounidense cumplía con similar procedimiento en todas partes, no era necesario tenerlo como parte del imperio, pero llevó a cabo el mismo propósito.
La situación generó tranquilidad en los dos partidos políticos que siempre abogaron por el proteccionismo de sus patrocinadores, los republicanos en defensa de los ricos y los demócratas a proteger la clase trabajadora. El recurso necesario cobrado con impuestos a ricos y trabajadores ahora provino del extranjero y el Estado construye todo el bienestar, viviendas, carreteras, hospitales, escuelas y universidades. Pero cuando el mundo se abstiene de seguir prestando al imperio viene el problema, cuando el imperio anuncia aranceles a todo el mundo, la desesperación se hace evidente. Con el respaldo del dólar EE.UU. es el país más endeudado del mundo, 35 billones de dólares y un PIF de 26 Billones. Allí está el problema.
Japón máximo aliado y dócil de EE.UU. y gran aportador ha frenado el seguir prestando, ha visto el riesgo. El segundo acreedor es China.
Trump con desespero intenta lidiar con las finanzas del gobierno, bajo condiciones actuales intenta reducir el gasto de manera agresiva y también intenta aumentar los ingresos de gobierno de forma más agresiva.
Cuando se trata de recortar el gasto no tiene que ver con eficiencia, es un ejercicio opuesto mas bien. Y todos lo entienden, la eficiencia no tiene nada que ver aquí, se trata de hacer lo que conviene recortando todo lo que hace el gobierno, cualquier daño que ello cause será menor a el riesgo existencial de no poder endeudarse que es la forma de sostener el imperio.
La vieja política republicana de recortar gastos volvió con Trump, si hay algo nuevo es que ahora los anti impuestos han impuesto el mayor impuesto a los estadounidenses, están trayente al gobierno de manera masiva dejando de lado el globalismo y el neoliberalismo para centrarse en un nacionalismo económico propio sin preocupación por el resto del mundo, especialmente por los aliados Canadá y México y los europeos.
El resto del mundo tampoco va a pagar los aranceles que impone Trump y ello genera una desesperación no solo en Trump sino no todos los estadounidenses que acaban de conocer exposiciones de tres candidatos Biden, Harris y Trump, ninguno fue capaz de mirar el subyacente problema que es que el imperio está acabado.
Es posible que las políticas de Trump logren funcionar de alguna manera. Sus acciones extremas como reducción de gasto, imposición de impuestos, aranceles ficticios y todo cubierto por una negociación a fondo que lleva a la gente a la desesperación. Analistas y expertos no apuestan por ello, cada vez habrá más decepción y frustración. Lo de Trump no funcionará como sucedió con los anteriores presidentes que prometieron siempre devolver la manufactura a los EE.UU. ninguno lo logró.
No sucederá que las fábricas de México se vayan a los EE.UU. dejando sin empleo a millones de trabajadores mexicanos y darlo a los trabajadores estadounidenses, eso no va a suceder y la razón por la que ello no funcionará, incluso si se mantuvieran los aranceles, el trabajador EE.UU. sigue estando mucho mejor pagado que el mejicano. Si bien evitas el arancel, pero igual deberás pagar salarios mas altos. Una propuesta incierta e irreal.