Desde optimismo extremo hasta pánico absoluto, los líderes de Europa van a la Casa Blanca para convencer a Donald Trump de ir a la guerra contra Rusia / Los medios hostiles de Europa a los esfuerzos diplomáticos de Donald Trump y Vladimir, intentan retratar a Trump como débil a menos que adopte una postura dura contra Putin / En el caso práctico del momento, sería prologar la guerra en Ucrania / Los europeos vienen a Washington a preguntar sobre los reales acuerdos alcanzados en la cumbre en Alaska el pasado viernes entre Trump y Putin. Es seguro que saldrán sin nada diferente. Ya fueron sometidos una vez hace solo un mes, ¿volverán a arrodillarse? Es seguro que sí.
La prensa se ha llenado de especulaciones sobre si lo que sucedió en Alaska fue… ¿en qué están de acuerdo los rusos y los estadounidenses? Sí, se acercaron, pero ¿cómo? ¿Es intencional y subrepticia la información de prensa? En cualquier caso la UE azuza a Zelesky en su nombre.
La información más importante ya está determinada y es sobre la cuestión territorial. Putin propuso que Rusia tendrá todo el territorio del Donbás (Donetsk y Lugansk), que tiene ya tomado en un 98%, y también la denominada Nueva Rusia, que son Zaporiyia y Jersón, tomados en un 70% y 50%, respectivamente. Pese a la desinformación de Occidente, con acuerdo hoy o no, es solo cuestión de tiempo. Todo el Donbás será ruso. Trump ratificará lo expuesto antes Ucrania no a la OTAN
Trump expone a Zelensky las condiciones y este deberá definir incluso antes de que Trump se reúna con otros líderes de Europa, que esperan presionar a Trump, no por Ucrania, sino por toda la necesidad de que EEUU no les abandone y les permita seguir con la guerra. Algo que presumiblemente Trump y Putin ya definieron.
Pero la mayor realidad de la cumbre fue en el cambio de posición respecto de un alto el fuego inmediato e incondicional, propuesto y exigido por Trump antes y al que Europa apostó. La cumbre debería, según Occidente, obligar a una firma de Putin, pero sucedió que no se dio y el propio Trump, cambiando su posición, dijo que ello no tendría sentido porque sería provisional en tanto que lograra un acuerdo; sería lo conducente a un tratado de paz genuino.
La prensa de Occidente y la propia Ucrania tratan de confundir sobre el asunto, insisten en que un alto el fuego inmediato y la posibilidad de un acuerdo de paz solo servirían para una nueva estrategia de avance ruso. Desconocen y hacen que la gente desconozca los condicionantes de un “acuerdo de paz”
Hoy los líderes europeos lo entienden perfectamente e intentan seguir usando a Ucrania de “comodín” para presionar a EEUU a no abandonarlos en la propuesta de crear un ejército de paz en Ucrania. Es un interés europeo para mantener la atención de sus habitantes en un conflicto que, entre más prolongado, los desangra y empobrece. Trump y Putin saben que, tras un acuerdo que lleve a un tratado de paz, no será necesario ese ejército.
El argumento del presidente Putin es que un tratado debe resolver los asuntos subyacentes al conflicto con Ucrania o la guerra para Europa y Occidente; se deben eliminar asuntos que separan y han causado el conflicto, la guerra que es una circunstancia de una situación mucho más importante.
Europa y sus líderes se plantan con cualquier lógica imposible o irracional que sea, de que un tratado de paz solo prepara el terreno para la próxima guerra que anhelan. Es un momento oscuro para más de 500 millones de europeos, partidos por el odio y el desgobierno, las divisiones y la impuesta carga económica que les agobia. La diplomacia refundida por sus líderes hace que los criminales, aberrantes y criminales actos se oculten sin ningún temor a ser expuestos, menos a pagar por ellos.
La diplomacia y calidez del encuentro Trump-Putin en Alaska causó decepción en medios de Occidente que consideraron las atenciones y el respeto como algo absurdo para el líder ruso; insistieron en que el ruso es un criminal de guerra y condenado por La Haya.
En medio de las circunstancias adversas que incluyen odio en una relación, la diplomacia surge incólume; los líderes no exigen y alimentan odio, no obligan ni deben dar muestras de moralidad porque precisamente sobre las deficiencias de estas se construye la diplomacia. La diplomacia surge del epicentro de un ataque y nace de los ejemplares líderes de los que adolece Europa. Es obvio que la diplomacia no se debe criminalizar.
Trump les dará a los europeos lo que sus líderes merecen, pero nunca los acompañará en el profundo deseo de desaparecer a Rusia. Terminar el conflicto o la guerra en Ucrania es un asunto puramente militar ahora, pero terminará cuando surja una mesa puramente política que la reemplace.
EEUU y Rusia no son rehenes de lo que sucede en Europa; ambos son más y están para mucho más. La decadencia de la cultura política de Bruselas es un profundo y peligroso colapso intelectual. La UE está porque los europeos creyeron que allí estaba lo mejor y los mejores; la sociedad del mundo los admiraba y respetaba por su alta representación social que, de manera accidental e ilegítima, fue cambiada lentamente por idiotas impuestos, intelectualmente incompetentes. Europa no está a la altura del desafío; se complace en el miedo que la incertidumbre provoca.
La hipótesis sobre retórica cambiante de Trump es usada por Europa para boicotear cualquier acuerdo con Rusia, mientras insisten y usan al pusilánime Zelensky para no aceptar ninguna negociación que no incluya más armas; lo demás les resulta inaceptable.