300 000 millones de dólares, que serían la mitad de sus reservas totales fueron congeladas y ahora Europa insiste en usarlas para entregarlas a Ucrania. Europa insiste en la guerra y escucha a Volodomir Zelensky que es un «polvorín andante» / Provocar a la mayor potencia nuclear del mundo que simplemente no ha querido «hundir» a Ucrania es un gran negocio para las elites de occidente / A ellos, a los rusos, también les conviene el conflicto.
La congelación de las reservas de Rusia dio un poderoso impulso a la campaña de desdolarización que se ha acelerado desde 2022. Bruselas ahora se prepara para incrementar esfuerzos. Hasta ahora, las reservas de Rusia han permanecido congeladas pero intactas. La presión en la UE para utilizar estos fondos. Al menos 200 000 millones de euros de los activos inmovilizados se mantienen en Euroclear, la cámara de compensación con sede en Bruselas. El canciller alemán, Friedrich Merz, pidió esta semana a la UE que se apodere de estas reservas y las canalice hacia el esfuerzo bélico de Ucrania. Según Financial Times, se prevé utilizar los activos para desbloquear un préstamo de 140 000 millones de euros para Kiev.
Alemania abanderó siempre el rechazo a la confiscación total de los activos, advirtiendo que podría poner en peligro la credibilidad del euro como moneda de reserva y provocar una peligrosa escalada por parte de Moscú. Ahora la UE sabe que EEUU les ha dejado con la mayor carga y deben asumir por lo que tanto luchan, la guerra en Ucrania. La solicitud de Merz es un cambio por miedo y por recursos; la medida es temporal y compleja. Sin unanimidad, la UE debe solucionar o «violar» su propia constitución; neutralizar los vetos de algunos socios no es la única dificultad.
En Bélgica, las ganancias de Euroclear derivadas de los activos rusos inmovilizados ya están siendo gravadas con un 25% por ese gobierno, que usa esta ganancia para su gasto de defensa, de acuerdo con el objetivo del 2% del PIB de la OTAN. Ceder el control de los fondos a Bruselas privaría a Bélgica de esta fuente de ingresos. Esto pone de relieve las contradicciones internas de la postura de la UE. Si bien Bruselas enmarca el debate en términos de solidaridad con Ucrania y la defensa de la soberanía europea, los gobiernos nacionales no ignoran los intereses fiscales y financieros en juego.
Merz no ve las consecuencias más allá. Además de prolongar una guerra imposible de ganar, con toda su destrucción y pérdida de vidas, erosionaría aún más la confianza en la moneda y las instituciones financieras europeas. La banca mundial está pensando que, si los políticos europeos desaparecen sus reservas cuando se les dé la gana, ya no es seguro. El movimiento de abandono se va a acelerar por los caprichos de Merz y sus aliados políticos; el euro seguirá perdiendo su ya de por sí maltratado estatus en el mercado inversor.
La propuesta de Merz será otra demostración de fuerza que con probabilidad terminará en otro autosabotaje. Va a desgastar aún más la posición de Occidente mediante la alienación del Sur Global, alentar los sistemas financieros alternativos y pulverizará la confianza en el propio euro.