Fotógrafos españoles recogen en una sola mirada virtual en el Museo de la reina Sofía la exposición virtual Con tres heridas yo, recoge la mirada de ocho fotógrafos a las experiencias íntimas y cotidianas del confinamiento
Una enfermera que visita en su casa a una paciente para que esta no tenga que salir a la calle. La imagen de una embarazada que toma el sol en el balcón. Un selfie con mascarilla. Los bancos de alimentos que reparten comida entre los vecinos. Los habitantes de los albergues municipales que están confinados pero no en sus casas. Las fotos familiares, que sustituyen por ahora a la familia. La captura de un directo de Instagram. Son algunas de las estampas que deja la crisis del coronavirus, íntimas o públicas, comunes o individuales, parte de un álbum global que se construye a cada minuto y que, si todo va bien, servirá para ayudarnos a comprender y a contar lo que nos está pasando, cuando lo que nos está pasando se convierta en un recuerdo borroso. A eso se parece, de alguna forma, la exposición Con tres heridas yo, la nueva muestra virtual del Museo Reina Sofía, que recoge la obra fotográfica de ocho creadores durante el confinamiento.
El título, elegido por la comisaria Inés Plasencia, hace referencia a aquel poema de Miguel Hernández: «Con tres heridas yo:/ la de la vida,/ la de la muerte,/ la del amor». Es una alusión a la universalidad de los temores y esperanzas que en estos días comparten miles de millones de personas, el miedo a la enfermedad, el deseo de ver a los seres queridos, la esperanza de recuperar la existencia tal y como a conocemos. Aquí, esos miles de millones de personas están representados en ocho: Olmo Calvo, Rubén H. Bermúdez, Edu León, Roberta Marrero, Isabel Permuy y Judith Prat. «Algo que nos ha quedado claro 70 días después es qué diferentes son los confinamientos», lanza Plasencia. Por eso quiso seleccionar ocho perfiles completamente distintos, con distintos intereses y distintas experiencias de la cuarentena. «Tenía claro el no romantizar, no banalizar, no querer abarcarlo todo, pero sí quería relacionar experiencias diversas, de gente mayor, de gente que ha pasado esto sola, o que lo ha vivido con un embarazo…».
La exposición, que puede visitarse en la web del museo, parece formar un díptico con Ante el umbral, la muestra de fotografía de Clemente Bernad que el centro inauguró también de manera virtual el pasado 13 de abril. Aquella recogía las imágenes que el fotografo tomaba en sus solitarios paseos por Madrid durante las primeras semanas de confinamiento. Eran estampas de un exterior desierto y de una ausencia: la de los seres humanos, encerrados detrás de las ventanas. Aquí se muestra lo que ocurría detrás de las ventanas. «Creo que si las imágenes se relacionan bien es poque hablan de algo común: el tacto, la presencia de la piel, las emociones en los rostros —porque son casi todo retratos—, las personas…», apunta la comisaria. «Hay muchas más historias de las historias oficiales, y lo que hemos intentado es reflejar esa diversidad, y hablar de las relaciones, de la intimidad y de la vulnerabilidad». El próximo lunes 25 a las 18h, algunos de los fotógrafos y personas fotografiadas podrán poner en común sus impresiones en una charla virtual a través de Zoom, abierta al público.
Una mirada a las redes de cuidados
Judith Prat ha cubierto el trabajo de los mineros en las minas de coltán, en la República Democrática del Congo. Ha conocido a las víctimas del grupo terrorista Boko Haram. Ha viajado a Turquía, Líbano y Jordania para retratar las condiciones de vida de los refugiados sirios. Y esta crisis le pilló en casa. «Para mí», explica la fotorreportera desde Zaragoza, «sí que ha sido distinto. No sé si tanto por hacerlo aquí sino porque era una situación muy desconocida«. Al poco de decretarse el estado de alarma, se inició el proyecto Covid Photo Diaries, del que forma parte junto a otros siete fotoperiodistas. La idea era subir una imagen al día a su cuenta de Instagram. «Cuando nos pusimos en contacto los ocho, ni siquiera sabíamos qué íbamos a poder fotografiar. Al principio, reflejábamos nuestro confinamiento. Luego, la realidad nos daba imágenes tan extravagantes que todo parecía fotografiable. Yo pensé que tenía que buscar mi sitio narrativo, como siempre hago. Y me costó encontrarlo, porque al principio había tantas imágenes que me daba miedo quedarme en la superficie».
Lo encontró en las redes de cuidados y el entorno rural. Esos han sido sus campos de interés durante estas semanas. Por eso acompaña a los profesionales de la atención primaria que han intensificado sus visitas a domicilio, y por eso visita los albergues municipales puestos en marcha. Por eso mira más allá de la gran cuidad para conocer a las personas mayores que viven solas en, por ejemplo, la comarca de Campo de Cariñena. «Hay una red de cuidados que la pandemia ha puesto encima de la mesa», dice. «Todos hemos sentido el miedo, la duda, la incertidumbre, pero no todos hemos vivido lo mismo. Hemos visto que había gente más tocada por esto, más frágil. Y al final también se ha visto la mejor parte de nosotros: esas redes comunitarias que se han desarrollado y que van a ser tan importantes a partir de ahora». Esa ha sido también el área de interés de Isabel Permuy, compañera tanto en Covid Photo Diaries como en Con tres heridas yo. Desde Madrid, la fotoperiodista retrata, por ejemplo, los esfuerzos de la asociación de migrantes bangladeshíes Valiente Bangla, que organiza un banco de alimentos y se esfuerza por acompañar a la comunidad.
Las patadas de Iria
Olmo Calvo forma parte también de Covid Photo Diaries, pero las circunstancias le han hecho alejarse de su trabajo habitual. En una de las imágenes del Reina Sofía se le ve tumbado en el sofá junto a su pareja, la periodista Fabiola Barranco, embarazada. El texto que acompaña a la foto es de ella: «Nos gusta tumbarnos en el sofá, cada uno a lo suyo, pero juntos. (…) Un autorretrato familiar que pronto cambiará y que, de momento, suelo ver reflejado cada día en la pantalla oscura de la televisión apagada». La serie se llama Esperando a Iria, el nombre del bebé que aguarda en la redonda barriga de su madre. «Ha sido extraño, porque nunca había hecho un trabajo sobre mí mismo ni había puesto el foco en mi cotidianidad», admite Calvo, que ha trabajado sobre la tura migratoria del Mediterráneo o la batalla de Mosul, en Irak, pero también la crisis económica y los desahucios en España. «En este caso, al ser una situación excepcional, pensamos que mucha gente podía estar viviendo esto de la misma forma».
Si el proyecto les hizo mirarse a sí mismos fue, primero, porque era lo más sencillo. Él no podía acceder con facilidad a los lugares donde sucedía la noticia, y se veía frustrado por la desconfianza generalizada hacia los medios. Ella, considerada grupo de riesgo debido a su embarazo, debía intentar permanecer en casa. Se tenían a ellos mismos, reflejados en la pantalla de la televisión —una fotografía efímera—, y tenían a Iria. «Cuando lo hablamos entre nosotros, decidimos que íbamos a intentar mostrarlo de la manera más realista posible. Es absurdo, por ejemplo, jugar con la invisibilidad del fotógrafo cuando tú mismo eres parte de la historia». Aunque Fabiola Barranco es la protagonista indiscutible de la serie, a él se le ve en los espejos y se le intuye en las actividades cotidianas: compran, van a las revisiones médicas, leen, escuchan las ruedas de prensa de Fernando Simón. Como tantos otros. Solo que ellos llevan consigo una inquietud y una alegría particulares que ni siquiera lo son tanto: «Todo trabajo periodístico», recuerda él, «refleja una realidad concreta que a su vez muchas otras que se están sucediendo simultáneamente«.
Conservar lo efímero
La aproximación de Rubén H. Bermúdez a la fotografía está muy alejada del fotoperiodismo. En su proyecto Y tú, ¿por qué eres negro? trazaba un relato autobiográfico sobre la raza a través de imágenes que podrían considerarse de segunda mano, desechables, imperfectas: la orla del colegio, la imagen de un ídolo de infancia, un anuncio de Cola Cao. Cuando Inés Plasencia le propuso sumarse a la muestra, él rebuscó en el archivo de su móvil. «Yo le dije: no tengo nada, yo hago fotos con el móvil, a las cosas que me gustan, a la televisión, selfies, y se lo mando a mis amigos y a mi madre«, explica. Como las que hace la inmensa mayoría de la gente. Entre las que seleccionó la comisaria está el mencionado autorretrato con mascarilla, un básico de la cuarentena, los tejados que se ven desde su ventana o la foto a un directo de Instagram de una amiga, que tomó porque pensó que a ella le haría ilusión recibirla luego. Habrá imágenes similares en todos los teléfonos de España.
¿Qué es lo que nos mueve a fotografiar la llamada virtual con la familia o el sol que entra por la ventana? ¿Tenemos alguna conciencia de estar retratando nuestra pequeña parcela de un momento histórico? «Yo no sé muy bien qué intención tenemos», admite Bermúdez. «El álbum familiar es una cosa de mis abuelos. Mis padres ya casi no lo tienen. Y yo desde luego no tengo. Estos dispositivos son efímeros, las fotos están hechas para compartirse, no para durar». Pero esas imágenes aparentemente despreocupadas, dice Inés Plasencia, están «creando un archivo visual importantísimo». «Se crea un archivo de lo que está pasando oficialmente», defiende, «pero también en otros relatos. Es contar lo que ha pasado de puertas para adentro, entendiéndolo en un sentido amplio. Y creo que se está creando un archivo también a nivel mundial«. A la luz de la pandemia, la cotidianidad se vuelve excepcional y sus imágenes, hasta las más aparentemente insignificantes, toman un peso específico. De este hipotético archivo futuro forman parte ya inevitablemente las imágenes seleccionadas para Con tres heridas yo, incluidas esas que, a priori, estaban solo pensadas para la madre de su autor.
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