La angustia de los días que no se van tan pronto cuando estas en la edad y has acumulado semanas para cumplir la meta, mata. El triunfo máximo, el deber cumplido, la ansiedad entorno a esa injusta idea de que la jubilación es la meta, mata. Lo que viene con la jubilación en una enorme mayoría de personas son el declive cognitivo, las dolencias corporales aceleradas, la desconexión y el aislamiento. La jubilación es vista como ganar el premio mayor de la lotería, pero que te puede infartar al saber que los has ganado, ¿es todo esto digno?
Empezamos por reconocer que el trabajo es una característica fundamental de la vida, nos da valor y es constituyente de futuro en lo individual y colectivo, eso es construir sociedad. Entonces, una sociedad se construye desde su capacidad productiva que entiendo como una consecuencia de trabajo y no un objetivo. El trabajo debe ser productivo, constructivo y colaborativo, pero si no dignifica no vale la pena.
Trabajamos por necesidad, por dignidad, por imposición o por una subvaloración puesta en un sistema que nos ha hecho creer que la productividad es nuestra meta y no una consecuencia de apoyo. Todos buscamos y encontramos dignidad en el trabajo, pero que la dignidad venga de la productividad no es cierto.
Nuestro modelo neoliberal de productividad sobrepasa nuestra capacidad y necesidad de consumo, el valor de lo que hacemos dignifica independiente de la productividad que se obtenga.
Este tipo de discusiones cuando hemos pasado 30 o más años de vida enfundados en un “lo que debe ser” y no en un “lo que quiero ser”, han hecho un mundo cada vez más productivo, pero con distribución de valores menos equitativo. ¿Para quién y para qué hemos sido productivos si la meta del sueño que ha durado 30 o más años, el deseo ferviente de vivir sin trabajar no dignifica?
El capitalismo no será el mejor sistema, bajo su condición estamos aprendiendo a sobrevivir con dignidad y podemos ir por algo nuevo, algo notablemente mejor para las generaciones que ya no veremos. Dejar las bases para el futuro digno ha sido nuestro deber. La revolución por la dignidad es urgente ayer no mañana.