España retira categoría de universidad a centros que no cumplan con investigación y docencia
diariocordoba.com
Exige una amplia oferta académica, que centren la docencia en los grados y no en los másters, más rentables, además de exigir una mayor inversión en investigación
El foco se pone en que los campus privados tengan «más calidad», tal y como ha declarado el ministro en reiteradas ocasiones, y para ello les obligará a dedicar más recursos a la docencia universitaria más básica (los estudios de grado) frente a los posgrados o la formación continua, a realizar una oferta académica variada y a dedicar una parte de su presupuesto a la investigación.
La nueva normativa llega justo cuando Madrid acaba de aprobar un nuevo centro privado contra el criterio del Consejo de Universidades de la región –lo mismo que sucedió cuando el anterior presidente, Ángel Garrido, aprobó los últimos tres centros– y ya tiene el doble de universidades de iniciativa particular (12) que públicas (6). Galicia también está a punto de validar su primera universidad privada. En España habrá, cuando estas dos sean una realidad, 39 centros privados por 50 públicos.
En los últimos 25 años se ha aprobado la creación de una universidad pública mientras las privadas se han multiplicado por cinco.
Los centros tendrán que ofrecer un mínimo de diez títulos oficiales de grado, seis de máster y tres programas oficiales de doctorado que abarquen al menos tres de las cinco grandes ramas de conocimiento (Artes y Humanidades, Ciencias, Ciencias de la Salud, Ciencias Sociales y Jurídicas, Ingeniería y Arquitectura)
«Sin investigación no hay Universidad», dice Castells a menudo. «Además, las universidades deberán promover el desarrollo de actividad investigadora». Luego se amplía apelando a una «programación plurianual de la actividad investigadora»
También deberán de informar de sus indicadores de productividad científica, y se establece que esta debe ser de «seis publicaciones por cada tres [investigadores] equivalentes a tiempo completo durante los últimos tres años».
La universidad privada ha ganado mucho terreno en España en los últimos años apoyada en una legislación laxa, a veces mediante la creación de centros que algunos profesionales universitarios dudan en llamar «universidades», como le sucede al ministro. Carlos Andradas, exrector de la Universidad Complutense de Madrid, la más grande de España, lo definía así: «Wert fijó que la única condición para crear una universidad privada, aparte de unos estándares físicos de espacio, etc., era ofrecer ocho titulaciones oficiales, nada más, sin siquiera especificar si grado o máster. Es una ridiculez. ¿Qué clase de universidad es esa? Nos parece incomprensible que no haya unos requisitos de investigación, etc. Eso es la calidad de un centro», lamentaba cuando Madrid aprobaba sus últimos tres centros privados. «Proponen un tamaño de 2.500-3.000 estudiantes. Yo llamaría a eso muchas cosas, pero no universidades. Son grupos muy pequeños que obedecen a intereses particulares»