El musico californiano falleció a los 82 años. El público moderno llegó a amar su obra afectada por una crianza dura o simplemente porque a todas esas cosas mundanas de la vida llegan alguna vez y se quedan, amor, presión, locura, drogas…en esta vida al final todos morimos.
Pocos internan en las notas artísticas típicamente estadounidenses, simplemente suenan bien para otros y algunos mas incluso creen haber perdido a un Mozart.
The Beach Boys trajo un material veraniego para siempre. Cada año se repite y extasía, escuchar es volver y renovar y ello identifica el mito. Recordamos la generación “baby boom” “Surfing Safari”, “California Girls”, “I Get Around” y “Fun, Fun, Fun”, melodías pop geniales.
El sonido incita a el sueño ondulante del surf entre chicas y olas que no se van, se extienden a la eternidad.
Escuche The Boys y Brian cuando McCartney nos robaba una y otra vez baterías para la radio, todo valía la pena, nada era costoso escuchar hasta el llanto de alegría y nostalgia las brillantes letras de amor que aún se resisten a partir.
Wilson paso por McCartney con un fracaso comercial, pero creó un mito para los fans del rock como para la crítica. Wilson luchó contra sus propios demonios dentro y fuera. Obsesivo y único se aisló buscando grandeza en armonías vocales vibrantes y una experimentación incesante en el estudio, una estética pop sobrenatural que aún maravilla a los grandes músicos de hoy.
El proyecto musical milenial fue posible en los tonos inspiradores de Wilson. Tantos grupos, Animal Collective, Bon Iver, Grizzly Bear, Beach House, Fleet Foxes, Panda Bear, Vampire Weekend. Todos con el ritmo californiano por Wilson creó que con el patrón sonoro de los británicos de aquella época.
Wilson atormentado se hizo incapaz de alcanzar un producto final coherente y cohesiva. Hacia lo que más amaba, música en el estudio de grabación, rodeado de amigos. Transformador artístico, dueño de grandes amores y amarguras de la vida. Su música de finales del siglo XX se mantiene a volúmenes intensos en la producción trascendental, alegre y triste que se quedaran para siempre, esperando nuevas generaciones.