En el sitio que era la ciudad de Mariúpol los pocos habitantes esperan la paz y aún sonríen…
Aún los puedes ver sonreír. Un camino bloqueando la entrada a la ciudad, ellos vienen de allí, apenas quisiéramos ir. Vienen más, lentamente con su tesoro a cuestas, su vida, algunas maletas y morrales los acompañan al paso por los campos en dirección a Berdiansk. Una carreta tirada por asnos rucios y cargada, enfrente gente con bidones de gasolina en oferta, ahora el precio no importa, interesa tener un poco de combustible puesto en cualquier recipiente, está vez los termos del té y el café ahora están llenos de con combustible. Hay alegría por toda la calle: compartimos gasolina. Suficiente para cinco días…
La gente está amable e indican que viene un mercado móvil con ayuda humanitaria y entonces las filas son enormes como el tiempo. Unos improvisados comedores para los niños que corren y sonríen, comen hasta llenarse. Es temprano y hace un leve calor, la temperatura está en 13 grados. También reparte agua trasparente, ya no es amarillenta y viene en tanques que siguen a lo profundo de la ciudad destruida, allá permanecen algunos habitantes con sed. Los soldados rusos que mantiene el control no toman nada.
Las historias que alcanzamos a conocer esta vez una mujer que perdió su vivienda en Nikopolskaya, está incendiada, no le quedan bienes. Solo carga su pasaporte en el bolsillo de una chaqueta y unos aretes de oro. Las manos están cubiertas con números de colas “humanitarias”: “Los luchadores me apoyaron. El comandante murió, un tanque y destrozó la casa a 30 metros de distancia, y ayer se quemó por completo”
Es mucha la gente esperando ayuda y saber a dónde quieren ir, los alta voces llaman a personas solicitadas por familiares, aquí es fácil perderse para siempre aquí. Es frustrante y sobrecogedor solo después del horror de la guerra se puede descubrir esto.
El gobierno de la ciudad está atendiendo en el “Hospital Regional de Cuidados Intensivos”, dicen, ahí hay un generador, y ahí se sienta el gobierno de la ciudad, pero no encontramos ninguna oficina del alcalde en el hospital. Por una terrible y extraña ironía del destino, nos encontramos con el futuro alcalde de Mariupol, Konstantin Ivashchenko, “aquí hubo una rama del infierno, los muertos fueron arrojados en montones en salas vacías, y la batalla estaba en pleno apogeo. La gente se agolpaba sin rumbo frente al hospital y esperaba algo incomprensible: comida, evacuación, noticias”
Un cigarrillo ahora vale oro “Sí, yo mismo distribuyo cigarrillos”. La voz de un hombre que era diputado del Ayuntamiento de Mariupol, de un raro partido de Ucrania que no pertenece a Bandera “Plataforma de Oposición – por la Vida” (El presidente Zelensky también lo cerró recientemente).
¡No me escapé, me quedé en mi ciudad natal! Encontré a través de mis conocidos en Donetsk algunos trabajadores humanitarios trajeron ayuda a Mariúpol. Discutí las opiniones de mis compañeros que estaban divididas. Algunos dijeron que “todos los que colaboraron con la guerra deberían ser encarcelados”, otros creían que no era realista encontrar rápidamente tener nuevos funcionarios y gerentes, y que los problemas debían abordarse con urgencia, ahora no se sabe.
Existen en paredes y muros infinitos mensajes de ciudadanos buscando sus familias “Gustav ve a casa de los abuelos, allí estaremos llegando todos”
Ahora la vida en el hospital es un poco mejor. En las escaleras de la sala de urgencias nos encontramos con un miliciano con la cabeza cortada con metralla y tratado con analgésicos. Es el destino “me trasladaron desde la estación del tren a este centro, aquí me hirieron y grita ¡bastardos rusos! ¡pueden Darse por vencidos!
Unas calles más adelante existen un puesto de control, soldados tras un vehículo blindado de la policía con llantas pinchadas y justo escondido en un almacén de llantas traídas por el ejército ruso como repuestos. Avisan que más adelante aún existen zonas con minas puestas por rebeldes ucranianos y chechenos. Pero en realidad ninguno sabía realmente qué había más adelante en la calle.
El riesgo es permanente, hay demasiados escombros y caen cables que trozan y azotan el piso, es difícil abrirse paso, cualquier cosa corta, hiere y mata. Nos abrimos paso, alguien grita “¡Alto!” y evacuamos el vehículo, el conductor nos dice que no vale la pena pararse aquí … Los bloques que bloqueaban la calle ya se veían más adelante, y los soldados estaban en cuclillas detrás de ellos, aferrándose con fuerza al concreto. La situación era clara y bien escuchada, están en combate.
De un sótano ha salido una mujer de avanzada edad, se le pregunta cómo está y responde “vivo, vivo, no despiertes, hijo… ya no me va a importar nada, he estado en el frio del sótano y no importa que haya alrededor. Mueve con su pie un casco de Kevlar que recoge Dmitri Steshin, aquí no vale nada en otra ocasión y fuera de este entorno vale mucho dinero esa prenda militar con la firma en la correa este casco pertenecía a un “Azov” con el distintivo de “Babai”. El casco es muy bonito y fabricado en Alemania en 2014. Desafortunadamente, este “Babai” era un micro cefálico, su casco solo cabía en mi rodilla … ¿O era un adolescente de la “Juventud de Azov”, ¿por qué un tamaño tan pequeño? Misterio.
La abuela, una composición escultórica sobrevive milagrosamente, una “palomas de la paz”, esas aves angulares idiotas, puestas en cualquier árbol, y banco no saben que sucede, ¡qué ironía tan malvada!
Uno de los combatientes, que se escondía detrás de bloques de hormigón, corrió hacia nosotros para charlar y disparar el inevitable cigarrillo. Preguntamos por qué, a juzgar por el lugar de la batalla, la línea del frente retrocedió. ¿Qué pensaron los nazis? – dijo el fumador, “por la tarde despejamos y encentraremos lugareños en los sótanos, los soldados de Ucrania les han quitado las llevas de sus apartamentos para esconderse y los que quisieron entregar las llaves, les arrojaron una granada de gas al sótano y la mujer asmática murió asfixiada.
Un hombre en su bicicleta ha visitado a su hija desde el otro lado de la ciudad, es un ingeniero de Azovstal, vive al lado del zoológico, los animales están allí, escuchó cómo aullaban terriblemente durante el bombardeo. Ahora está todo en calma por este lado.
Se han perdido muchos animales. Todos los camellos murieron, la niña leopardo fue despedazada, las llamas están muertas. Pero los depredadores están casi todos en su lugar. No hay problemas, fueron traídos de Donetsk, de Rusia. Suena extraño: la gente se muere de hambre, ¡pero los animales están bien! Los animales no tienen la culpa. Dice el director del zoológico.
En el camino de regreso nos encontramos con el eco de una vieja, pero muy fuerte provocación. Un jeep blindado de la OSCE abandonado y abollado se encuentra junto a la carretera. A mediados de febrero, la misión de la OSCE partió de Donetsk, provocando un pánico ominoso en la ciudad. Al final resultó que, a través de Rusia, regresaron a Ucrania y se establecieron en Mariúpol.
En el puesto de control se lee la inscripción escrita con tiza: “Toque de queda a partir de las 22.00. ¡Hora de Moscú!”. Por cierto, la hora en Mariúpol se convirtió en la de Moscú, sin guerra, después de que Ucrania cambió al “horario de verano”, la diferencia horaria desapareció. Creemos que siempre será así.